Solsticio de verano, portico de la Noche de San Juan
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Tradiciones y encantamientos ligados al culto solar

Todos los seres vivos se conjuran para celebrar el festejo. También las hadas y deidades de la naturaleza. Tradicionalmente, los agricultores daban gracias por el verano, las cosechas, y por disponer de más horas para cumplir con sus tareas y aun de divertirse.En las culturas rurales, era el momento propicio para hacer votos por la fecundidad de la tierra y de las mismos paisanos.

La celebración del solsticio de verano, es tan antigua como la humanidad. En un principio se creía que el sol no volvería a su esplendor total, porque después de esta fecha los días era cada vez más cortos. Por esta razón, fogatas y ritos de fuego de toda clase se iniciaban en la víspera del verano para simbolizar el poder del sol y ayudarle a renovar su energía.   Posteriormente, se encendieron fogatas en las cimas de la montañas, a lo largo de los riachuelos, en la mitad de las calles y al frente de las casas.

 

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  Se organizaban procesiones con antorchas y se echaban a rodar ruedas ardiendo colinas abajo y a través de los campos. A menudo se bailaba y saltaba alrededor del fuego para purificarse y protegerse de influencias demoníacas y asegurar el renacimiento del sol.

 
La historia de la historia es siempre la misma historia

Todo empezó hace unos cinco mil años, cuando nuestros antepasados, tan dados a observar las estrellas, se dieron cuenta de que, en determinada época del año, el Sol se mueve desde una posición perpendicular sobre el Trópico de Capricornio, hasta una posición perpendicular sobre el trópico de Cáncer.

A estos días extremos en la posición del Sol se les llamó solsticios de invierno y verano que corresponden en el Hemisferio Norte con los días diciembre 21 y junio 21 respectivamente.  Son fechas aproximadas, dado que un año puede caer un día antes o después, debido a las irregularidades del calendario gregoriano y los años bisiestos.

Los antiguos mitos griegos conocían los solsticios como las puertas invisibles que se abren a otras dimensiones del universo. La “puerta de los hombres”correspondía al solsticio de verano (del 21 al 22 de junio) mientras que“la puerta de los dioses” era el solsticio de invierno (del 21 al 22 de diciembre).

Numerosas leyendas dan fe de la existencia de estas invisibles puertas que dan acceso al otro lado del espejo. Hasta los santos aprovechaban la víspera de este día para trasladarse milagrosamente de un lado a otro.  

La Iglesia Católica santificó estas fechas bajo la tutela de San Juan para tratar de dominar las fuerzas desatadas en esta conjución astral. La Noche de San Juan, la de las tradiciones mágicas, se caracteriza por la multitud de hogueras que iluminan la noche.

La gente arroja a la hoguera pequeños objetos, conjuros, deseos e incluso apuntes del curso con el objetivo de hacer desaparecer los malos espíritus. La tradición de enramar las fuentes está relacionada con la prosperidad, la abundancia y la fecundidad.

Al amanecer del primer día de verano, las mujeres recogían de las fuentes la flor del agua con la esperanza de encontrar pareja, concebir hijos o hacerse con poderes curativos. Cuando las mujeres iban a la fuente, se cantaba a la flor del agua

Antecedentes ilustres y menos conocidos

La costumbre de encender fuegos parece que proviene de antiguos cultos paganos. Cuenta la leyenda que las cenizas del fuego previenen las epidemias y curan las enfermedades de la piel. Para tener un buen año también se dice que es necesario saltar la hoguera al menos tres veces.

 

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También se menciona la celebración celta del Beltaine, el primero de mayo. El nombre significaba “fuego de Bel” o “bello fuego” y era un festival anual en honor al dios Belenos. Durante el Beltaine se encendían hogueras que eran coronadas por los más arriesgados con largas pértigas. Después los druidas hacían pasar el ganado entre las llamas para purificarlo y defenderlo contra las enfermedades.

También rogaban a los dioses que el año fuera fructífero y no dudaban en sacrificar algún animal para que sus plegarias fueran atendidas.

Otra de las raíces de tan singular noche hay que buscarla en las fiestas griegas dedicadas al dios Apolo, que se celebraban en el solsticio de verano encendiendo grandes hogueras de carácter purificador. Los romanos, por su parte, dedicaron a la diosa de la guerra Minerva unas fiestas con fuegos y tenían la costumbre de saltar tres veces sobre las llamas.Ya entonces se atribuían propiedades medicinales a la hierbas recogidas en aquellos días.

Este simbolismo era compartido por pueblos distantes, separados por el océano Atlántico. Es el caso de los viejos incas en Perú. Los dos festivales primordiales del mundo incaico eran el Capac-Raymi (o Año Nuevo) que tenía lugar en diciembre y el que se celebraba cada 24 de junio, el Inti-Raymi (o la fiesta del Sol) en la impresionante explanada de Sacsahuamán, muy cerca de Cuzco.

El mundo es un pañuelo y no deja de ser curioso que entre los bereberes del norte de África se enciendan hogueras también el 24 de junio, durante la fiesta llamada Ansara. El denso humo que producen es considerado protector de los campos cultivados. A través del fuego se hacen pasar los objetos y utensilios más importantes del hogar.

Los bereberes encienden estos fuegos en patios, caminos, campos y encrucijadas, y allí queman plantas aromáticas. Prácticamente ahuman todo, incluso los huertos y las mieses. Saltan siete veces sobre las brasas, pasean las ramas encendidas por el interior de las casas y hasta las acercan a los enfermos para purificar e inmunizar el entorno de todos los males. Esta antigua celebración bereber es preislámica porque se basa en el calendario solar, mientras que el calendario musulmán es lunar.